miércoles, 24 de julio de 2013

Summer Love: Capítulo 3

Es él. Harry. El chico de la playa. No lo puedes creer. Te frotas los ojos, hasta que el dolor que surge como resultado es insoportable, y empiezas a abrirlos lentamente , y comprendes que no es ninguna imaginación tuya. -Gee, creo que conozco a Harry. -Mai, no digas tonterías. -No lo son, es el chico de la playa. -Venga! Ya estamos dentro, nuestra fila es la primera, asiento 12. Das un paso al frente y te ves rodeada otra vez de miles de personas histéricas, que producían unos gritos que penetraban de lleno en tus oídos. Presionas tus oidos fuertemente hasta que el sonido se neutraliza, y te deja otra vez sumerjirte en tus pensamientos. Todas tus preocupaciones rondan en torno a Harry y Sam, apenas piensas en ti. Piensas en Sam. Sonrisa perfecta. Pelo encrespado. Típico chico malo pero adorable. Pero harry... Sus bucles precisos . Sus ojos almendrados. Sus profundos hoyuelos. Lo has vuelto a hacer. Has vuelto a hacerte un lío. Sin saber como has avanzado inconscientemente hasta tu sitio. Tienes una vista perfecta del escenario. Y en unos minutos la tendrás de Harry, el chico de la playa. -Mai, quedan 42 minutos para que empiece, no estás ilusionada. -Gee, por increible que suene, estoy impaciente. La conversación fluye con normalidad, hasta que las luces se apagan, dejando paso a la oscuridad, que poco a poco es suprimida por los focos estelares que marcan la dirección a un telón, que se abre descubriendo trás de si una pantalla. Delante de ti pasa una secuencia en la que Harry aparece varias veces, lo admiras aún más. Su barbilla. Su cuerpo. Su nariz. Todo él es impecable. El vídeo se acaba, y salen al escenario esos 4 jóvenes que buscaban algo, bueno, a Harry. Pero no hay ni rastro de él... De pronto una tarima asciende por el escemario, y encima de ella Harry, cantando una canción. El sonido te llega a los oídos, y la piel se te estremece. La canción te suena. Justo cuando llega el solo, vuestras miradas se cruzan. Él entrecierra los ojos para asegurarse de que eres tu. Lentamente baja del escenario y se dirige a ti. Su mano roza tu pelo, y su frente se acerca a la tuya. Está cerca. Más cerca. Sus labios se dirigen a los tuyos, hasta que, cuando apenas queda un centimetro para que se toquen, te apartas. Y corres.